Descripción
Tú, tú que vives al amparo
del Altísimo Señor.
Tú, tú que habitas
a la sombra de su mano poderosa.
Di, di al Señor:
Refugio mío, mi Libertador.
Di, di al Señor:
Fortaleza mía, mi Consolador.
El, él te librará de la red
de la red, de la red del cazador.
Y te cubrirá con sus plumas,
las plumas del amor.
Bajo sus alas hallarás
refugio y compasión.
No, no temerás los peligros de la noche,
la flecha ni el espanto.
Caerán a tu lado
mil y diez mil a tu derecha.
No, no temerás
Dios todopoderoso es tu defensa.
El ha ordenado
que sus ángeles protejan tus caminos.
Ellos te llevarán sobre sus manos,
sobre sus manos.
Para que tu pie no tropiece en la piedra,
no tropiece en la piedra.
Caminarás sobre serpientes,
leones y dragones.
El te librará,
te protegerá en tu desgracia.
Él te llamará,
y derramará toda su gracia
Te librará de la tristeza,
del dolor de tus cadenas.
De la soledad que aprieta,
de la carga que te pesa,
de la herida y de la pena,
te dará su fortaleza,
tu Señor es tu defensa.