Descripción
Fatigado del camino se sentó,
solitario junto al pozo de Jacob.
Cuando tú te acercaste era mediodía
como siempre como cada día
y Él te pidió: “dame de beber”,
un judío, a ti, samaritana
Y te habló de un agua viva,
aquel forastero en Sicar.
¡Si conocieras quién te pide de beber,
si conocieras el don de Dios!
le pedirías tú a Él,
y Él te daría el agua que calma tu sed (2)
Le pediste de aquel agua
para no tener jamás ya que volver,
al pozo a buscarla.
Y en ti se convirtió
en fuente de Agua viva,
“¿No serás acaso el Mesías?”
Y dejando el cántaro,
corriste al pueblo
“Todo lo que yo he hecho,
me ha contado”, les decías.
Y fueron muchos
los que en Él también creyeron,
por tus palabras y lo que en Él vieron.
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