Autora: Lucía Echeverría

!Qué libertad tan grande vivir bajo la mirada de Dios! Es un lío vivir pendientes de lo que dicen y piensan los demás…

María fue una mujer tremendamente libre: libre de su cultura, de la ley, de sí misma; libre porque fue capaz de aceptar un proyecto para el que no se sentía capaz y que le desbordaba. Libre de lo que los demás pudieran pensar y decir, y de lo que pudiera pasar al ser considerada infiel, no cumplidora de la ley y sus tradiciones.

¿Cuál era la fuente de su libertad? ¿qué le hacía atreverse a seguir adelante, hasta el final? ¿cuál fue la clave de su fortaleza ante la cruz?

María se dejó mirar por Dios, aceptó ser la “amada” la “agraciada” de Dios… y esa fue su ancla, su fortaleza, su convicción. !Cuántas veces repetiría en su corazón: “mi fortaleza y defensor es el Señor, con él a mi derecha no vacilaré”! y cuántas veces también se lo habrá enseñado a Jesús.

Que María nos adentre en esa experiencia de libertad y de confianza, sabiendo que Dios no falla, no miente, no defrauda.