Descripción
El diálogo vivo con Jesús nos acerca al corazón del Padre, a nuestro verdadero Hogar.
Solo sus entrañas de misericordia pueden sanar nuestras heridas y devolvernos la confianza perdida.
¿A qué puedo temer? ¿qué me preocupa? si mi Padre del cielo me conoce y sabe lo que necesito; si Él cuida de las aves del cielo y las flores del campo (cf. Mt 6,33), ¿no cuidará de mí que soy la niña de sus ojos? (cf. Zac 2,8).
En medio de un mundo en el que abundan las malas noticias y es fácil caer en la desesperanza, su Palabra nos consuela y anima a continuar el camino.
De su mano, TODO IRÁ BIEN, pues, “todo pasa para bien de los que Él ama” (cf. Rom 8, 28-30).
Bendiciones, Nubia